La hospitalidad perdida.


Tras una gélida noche de acampada en la subida a San Glorio, ascendemos los últimos metros de éste,
y nos dejamos caer por el interminable descenso de su parte cántabra.
Ascendemos Piedrasluengas para entrar a la montalña palentina.
Cansados y sudorosos llegamos a Herreruela de Castillería con la esperanza de encontrar algún lugar donde albergarnos y cenar. En el antiguo Teleclub, Efrén, que regenta el lugar, no nos ofrece otra cosa que unas pipas para acompañar a la cerveza. Por lo que se prevee otra noche de tienda, hornillo y sin duchar.
Para nuestra sorpresa, Pedro y Elena, no dudan ni un instante en ofrecernos cena y techo en la casa que están reformando.
Cuando pensabamos que la palabra hospitalidad había desaparecido del diccionario en la vieja Europa, esta encantadora familia palentina nos demostró todo lo contrario.
Como colofón, la jornada se despide con un bello atardecer.

No hay comentarios:

Publicar un comentario